Serán muchas las veces en las que te preguntes si tu actuación en el trabajo ha sido la adecuada o no. En más de una ocasión, me he encontrado pensando que he dado lo mejor de mí y, sin embargo, no me ha dado la sensación de que mis superiores lo hayan visto así. Parece que no hay un criterio único a la hora de entender la idoneidad de un comportamiento laboral.
¿Cómo acertar entonces? ¿Cómo saber que nuestra actuación laboral ha sido la adecuada? Para responder a estas cuestiones, manejo una premisa de partida, "no existe una única forma de dar lo mejor de uno mismo o una misma en el trabajo, sino que la idoneidad de una actuación dependerá de su interpretación". Es decir, debemos actuar conforme al entorno en el que nos movemos, aplicando nuestra inteligencia laboral a la hora de elegir.
Este mismo planteamiento se puede hacer desde la perspectiva de la empresa, ¿qué exigir en cada caso? ¿qué forma de actuar debe ser promovida y exigida? Seguro que más de una vez se ha encontrado con actuaciones de sus empleados y empleadas que le han resultado, cuanto menos, chocantes. “¿Es que no han entendido nada?”- se lamentan muchos empresarios y empresarias.
Para la comprensión de dicho entorno y la mejor aplicación de la inteligencia laboral, tenemos varias claves que nos pondrán en la “pista”. En concreto, el contexto general en el que se mueve la empresa y la cultura que impregna la misma. En este post explicaré la parte del modelo relativa al contexto general. La parte dedicada a la cultura la dejo para el próximo.
Empecemos por el contexto general (incluimos cuestiones sociales, económicas, normativas, políticas,...): A mejor situación viva la empresa, mas cómoda se encuentre en el mercado y menos amenazas enfrente, más importantes será los comportamientos de LEALTAD. La empresa necesita que sus miembros se amolden a esa corriente de optimismo, manteniéndola y defendiéndola. Sin embargo, en los momentos de superación, en los que lo peor ha pasado y la empresa ha logrado mantenerse en el mercado gracias al empleo de las palancas que haya podido aprovechar, se deben fomentar los comportamientos de ENTREGA. Es hora de remangarse y dar el doble. Y, por último, en los momentos de amenaza e incertidumbre total, en los que peores perspectivas se manejan para la empresa, se hará crítica la capacidad de los miembros de la organización para el despliegue de comportamientos de PARTICIPACIÓN.
Como hemos ido anticipando en el párrafo anterior, los comportamientos más allá son LEALTAD, ENTREGA Y PARTICIPACIÓN. Explico brevemente en qué consiste cada uno:
Por LEALTAD, se entiende
la inclusión dentro de las responsabilidades de la persona de
funciones
relacionadas
con la protección de los intereses de terceros más allá de los
propios. El hecho de no
publicar
en redes sociales comentarios negativos sobre la empresa, el trabajo
que se realiza en ella o
sobre
los propios clientes, son ejemplo claros de lealtad hacia la
empresa..
La ENTREGA es el respeto
por las normas y los procedimientos establecidos en la organización,
así
como
su defensa. Por ejemplo, en la entrega se incluyen comportamientos
tales como no cometer
errores,
conductas de prevención de los mismos, la puntualidad. Incluso estas
normas y
procedimientos
pueden llegar a rebasar la esfera de la propia entidad, entrando en
un plano tan
personal
como puede ser el empleo de las redes sociales. Puede que la
organización para la que se
trabaja
tenga establecidas reglas muy claras con respecto a las actuaciones
que sus miembros tengan
en
Internet, por ejemplo, prohibiendo participar en debate o foro alguno
en su nombre y
representación,
o publicar fotos o contenidos relacionadas con la misma o comentar
asuntos
internos.
Y,
por último, la PARTICIPACIÓN supone
la colaboración del individuo en el gobierno de la misma. En este
sentido son especialmente significativos los comportamientos
relacionados con las reuniones y la
toma de decisiones. Aún cuando un puesto de trabajo no tenga entre
sus responsabilidades la
toma
de decisiones, sí que podemos participar en las mismas acudiendo a
aquellos órganos
colegiados
que se hayan habilitado al respecto. Para poder hacerlo, se habrá de
acudir a los mismos
con
“los deberes hechos” (lectura del orden del día y de la
documentación que se vaya a tratar en la
misma)
y entendiendo el voto sin considerar las agendas personales ocultas
sino buscando el
beneficio
compartido de la entidad.
¿En
qué situación se encuentra tu empresa? ¿Estás actuando o
exigiendo las actuaciones idóneas? ¿Cómo sueles enfrentar tu día
a día? ¿Con lealtad? ¿Con entrega? ¿De forma participativa? Ahí
dejo estas cuestiones que pretendo ir resolviendo con este modelo de
entrenamiento de la inteligencia laboral.
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